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Perros con Estrés

El estrés es una reacción fisiológica natural que surge como respuesta a episodios que, para el organismo, resultan amenazantes o demasiado extenuantes, como por ejemplo la mudanza del perro o cachorro a un nuevo hogar.

Perro con Estrés
Perro con Estrés

Cuando la tensión es muy fuerte y el cuerpo se exige por encima de lo normal, el estrés se traduce en enfermedades o anomalías patológicas que requieren tratamiento médico.

Como sabrán muchos de ustedes, el estrés afecta a numerosos humanos por distintas razones (siendo la causa más frecuente los problemas en el ámbito laboral) pero también puede alcanzar a mascotas como los perros y los gatos.

Un ejemplar canino puede estresarse al detectar cambios en su entorno. Incluso, se han registrado casos de estrés en perros surgidos por la extrema sensibilidad de estos animales, que advierten los problemas de su amo y los naturalizan como propios.

Cabe resaltar que los viajes o traslados prolongados y las mudanzas son situaciones que suelen generarle estrés a los perros, aunque estos episodios pueden ser previstos con tiempo y, por lo tanto, uno puede consultar al veterinario con anticipación para que él aconseje la forma menos traumática de sortear el obstáculo.

Según se desprende de los estudios al respecto, un perro estresado puede ladrar en exceso, gruñir, mostrarse nervioso, vomitar y experimentar un importante incremento de la frecuencia cardíaca, de allí que lo más recomendable sea siempre evitar por todos los medios posibles un cuadro de estrés canino.

Otra consecuencia del estrés es la disminución de las defensas del perro y por ende la proliferación y rápido desarrollo de parasitosis, en general internas, hecho que puede ser prevenido con la medicación del caso.

Otras situaciones que pueden provocarle estrés a las mascotas son el aburrimiento cotidiano (cuestión que se puede evitar proporcionándole juguetes, compartiendo salidas y generando actividades que le permitan gastar energía y mantenerse distraido), la asistencia a exposiciones caninas (punto para nada imprescindible que bien podría evitarse), la ausencia prolongada del amo (uno de los asuntos más conflictivos que requiere paciencia de ambas partes para minimizar los efectos) y la llegada de un nuevo integrante a la familia (otra cuestión que exige paciencia para demostrarle al animal que él no perdió su lugar).

Como resulta evidente, son muchos los factores que pueden desencadenar en los perros un cuadro de estrés, pero con buena predisposición, conciencia, sentido común y dedicación este inconveniente se puede evitar o, si eso no es posible, solucionar sin mayores dificultades.